El espíritu infantil tomó por asalto nuestras oficinas este Día del Niño, transformando cada rincón en un festival de colores, risas y recuerdos.
En Monterrey, los cristales cobraron vida con dibujos que parecían salidos de las manos de pequeños artistas. Las escaleras, la explanada y el estacionamiento nos hablaban con frases dirigidas a nuestros corazones adultos, recordándonos lo importante que es mantener viva la magia de la niñez.
Además, el gis blanco tuvo un papel protagónico al convertir el suelo en un lienzo de juegos como la bebeleche, transportándonos a esos días donde la diversión solo requería un pedazo de tiza y mucha imaginación.
La nostalgia se mezcló con la alegría mientras, entre paso y salto, muchos de nosotros volvíamos a ser niños por un momento.
La mañana inició con una dulce sorpresa: un pastel decorado con motivos infantiles, listo para endulzar el día de nuestros colaboradores.
Cada rebanada era un recordatorio de que, sin importar la edad, todos llevamos un niño dentro que merece consentirse de vez en cuando.
Nuestros compañeros de la Ciudad de México no se quedaron fuera de la celebración. Cada uno recibió una bolsita de dulces, cuidadosamente preparada para llevar un poco de la magia de esta fecha a cada rincón. La distancia no fue obstáculo para compartir un pedacito de felicidad.
Fue un día lleno de sonrisas, donde el ambiente de trabajo se contagió de energía positiva y creatividad.
Los detalles, aunque simples, nos unieron como equipo y nos recordaron que celebrar la niñez también es celebrar la esencia más pura de quienes somos.
Gracias a todos por ser parte de esta experiencia única.
¡En Vívaro seguimos apostando por el bienestar y la alegría de nuestros colaboradores! ¡Feliz Día del Niño!
